04 Jun Lógica terrorista vs. factor psicológico del terrorismo.
¿Qué factores confluyen en el fenómeno «terrorismo»?
Llevaba un tiempo sin pasarme por aquí. Nuevos proyectos que me han tenido bastante ocupada, más de lo que pensaba, pero cruzando los dedos para que todo salga bien.
Y después de la ausencia justificada, vuelvo con un tema un tanto complicado, por lo menos para mi. Decidí cuando estudié Criminología que mi proyecto final de carrera tendría algo que ver con el terrorismo. No sabía muy bien de primeras cómo lo enfocaría ni por dónde iba a tirar, pero el tema lo tenía claro. Solo tenía en mi cabeza formar parte de la Policía Nacional y dentro de ésta, de la Comisaría General de Información. A pesar de ese plan fallido, conseguí llevar a cabo mi proyecto al que dediqué muchísimas horas de investigación que me sirvieron para aprender más y aclarar todas esas cuestiones que rondaban en mi cabeza durante muchos años. El problema que se estaba viviendo en España desde décadas atrás con ETA, luego surgieron esos atentados en EE. UU, no entendía muy bien cómo se puede llegar a tales extremos, por lo que decidí sin lugar a dudas resolver todas esas preguntas o por lo menos intentarlo. Finalmente tuvo merecida recompensa en la valoración del tribunal y por supuesto satisfacción personal de sentir haber realizado un buen trabajo y haber aprendido mucho más sobre el tema.
Dejo de lado la parte subjetiva y sentimental del artículo de hoy para centrarme en el desarrollo del mismo y dar unas pinceladas al respecto.
El terrorismo como lo entendemos en la actualidad, es una versión modificada de un fenómeno que surge con anterioridad al S.XX, pero hay factores como el desarrollo de los medios de transporte, las comunicaciones, etc., que le otorgan una nueva dimensión. No podemos dejar de lado los vertiginosos cambios que se llevan a cabo en materia de política económica, expansión de grupos financieros o de poder, etc., que a su vez potencian la importancia de los objetivos terroristas, puesto que su influencia va más allá del ámbito regional.
La acción terrorista en general se basa en motivos políticos, aunque encuentra otro de índole económica, esto supone la extensión de su influencia hacia el marco de la política internacional, llegando a denominarse “multinacional del terrorismo”. Las víctimas que directamente sufren las consecuencias de su actividad, son por regla general símbolos o representantes de sus “objetos reales”, es decir son utilizadas éstas, como medios de la “propaganda del terror”.
La descripción de procedimientos y producción de técnicas preventivas parten del diseño de una hipótesis de trabajo en función de su adecuación rigurosa a fenómeno violento y en la determinación de una “lógica terrorista” que proporcione la clave del surgimiento y evolución de esta violencia, al tiempo que facilite la adopción de medidas resueltas y eficaces para resolverla.
Hecha la referencia a la “lógica terrorista” cabe una explicación más detallada de la misma. Frente a concepciones racionalistas, que explican el terrorismo como una táctica encaminada a la consecución de objetivos políticos y como forma de contribuir a una causa, la raíz de la práctica terrorista guardaría estrecha relación con factores psicológicos que determinarían la decisión individual de pasar a engrosar las filas de una organización de este tipo. Es decir, los individuos no se agregarían a un grupo terrorista con la finalidad de colaborar en un objetivo político, sino para cometer actos de terrorismo. La preeminencia del factor psicológico se pone de manifiesto en la retórica justificadora de las acciones terroristas, la uniformidad de su discurso es sorprendente: “ellos” son la fuente del mal y “nosotros” los luchadores por la libertad. La conclusión es que “ellos”deben ser destruidos. Aceptadas las premisas básicas, el razonamiento lógico es intachable.
La explicación psicológica del terrorismo encuentra amplio respaldo en el hecho de que la consecución de la causa no va acompañada del cese de la violencia terrorista, o sea, la causa no es verdadero móvil del grupo[1]. El grupo tiene como principal prioridad la supervivencia, el logro de la causa haría peligrar su continuidad. De ahí que se produzca una continua reignición en los objetivos terroristas de forma que, al plantear metas inalcanzables, se consigue asegurar la continuidad del grupo. Asimismo, la toma de decisiones dentro del grupo no está determinada por la realidad externa como por el clima psicológico dentro del grupo. La identidad del grupo se refuerza a través de la comisión de nuevas acciones, es decir, las tentaciones internas desaparecen en la medida en que son descargadas contra el enemigo externo.
[1]Al respecto, UNZUETA, P. “Nietos de la ira” (Nacionalismo y violencia en el País Vasco, cit; afirma que los etarras, ante la necesidad de convencerse de que las muertes y el dolo que han sembrado fueron útiles, llegan a aceptar que lo importante son los objetivos en si mismos, sino que su consecución aparezca como efecto de la incesante actividad de sus comandos. El resultado de este mecanismo de distorsión moral es una permanente relegitimación de la violencia.
[2]POST, J.M, op. Cit. La reproducción de la violencia por el mecanismo de desplazamiento de los violentos por otros más violentos y osados, puede observarse en el seno de HB, creado hace ahora más de 20 años, y en el hecho de que en la actualidad no sólo permanezca en puestos de dirección uno de los dieciocho miembros fundadores, habiendo sido desplazados por sectores más jóvenes que superan en radicalidad a los dirigentes veteranos.
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